Tras una noche de reposo y de fiesta, se nos presentaba una jornada corta, muy descansada debido a las excelentes condiciones de las que disfrutamos en el rancho Caballo Blanco. Tras desayunar, nos pusimos los chalecos reflectantes, y sobre las once y pico salimos en dirección hacía Villacastín donde al día siguiente tendría lugar una gran fiesta que se contará en la VIII crónica.
Una etapa cortita, de ocho kilómetros con una cuesta empinada por la que nos costaba caminar, adicionalmente al Sol que nos abrasaba. Al final conseguimos llegar al pueblo, descansando un poco en un bar, y finalmente dedidimos acampar en un campo de futbol ubicado en las afueras del pueblo cerca de un establo y una plaza de toros. Allí decidimos acampar, montar nuestras tiendas de campaña, la comida, una ducha, y colocar la mesa comedor a la vera de un tenderete de paja a modo de parkin. Tras esto recibimos la visita de miembros de Salamanca que se quedaron con nosotros a la espera de recibir a sus compañeros, así como la compañía de una burgalesa joven que estaba dispuesta a continuar con nosotros el viaje.
Por la tarde, con cansancio debido a llevar ya siete días de viaje hacía Sol, descansamos y se hicieron actividades para los chavales como el juego del escondite ingles, tirar de la cuerda por ambos extremos, partidito de futbol, etc...
Se procedió a meter la crónica, ya con algo más de gente venida en los coches de expedición, y al posterior descanso que finalizo con una comisión de cañas, y en otros casos con un merecido descanso.
Nos vemos en las fotos:
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