lunes, 4 de julio de 2011

CARTA DEL 15M VALLADOLID



Esta es una carta abierta que quiero hacer llegar a todos los que trabajamos por el 15M de como pienso que está la situación ahora mismo, lo he mandado a todas las comisiones con la intención de que todos lo leais y por lo menos hacer reflexionar un poco. Quiero remarcar que es un escrito totalmente personal, todo el que quiera responder o criticar esta opinión que me lo haga a mi, no a ninguna comisión ni grupo de personas, es enteramente bajo mi responsabilidad:

El 15M se nos muere entre las manos, se diluye, se extingue.

La guerra interna que nos consume y nos enfrenta está pudriendo los cimientos de algo hermoso, de un brote verde que surgió entre los adoquines de las calles prometiendo reverdecer la sociedad, que nos devolvió a la calle, el espacio que el ciudadano nunca debió perder.

Todos somos conscientes de que la acampada se tiene que levantar en algún momento, de que el objetivo no es permanecer aquí hasta el infinito o hasta que todo cambie. El levantamiento nos está consumiendo, está focalizando todo nuestros esfuerzos (que ya no se dirigen hacia lo que realmente debería ser nuestro objetivo) y está desgastando en exceso a todos, tanto los que están a favor como en contra.

En las últimas semanas es palpable que cada día somos menos, que faltan manos para trabajar, de que hay gente que abandona porque no cree ya en la acampada (que no en el 15M) y sobre todo de que el apoyo popular decae. Pero sobre todo, y es lo más preocupante, hemos perdido lo que nos definía: el espíritu.

Ese espíritu de entendimiento, de trabajo, de interés, pero sobre todo, de dejar a un lado las convicciones propias por el bien común, lo mejor para la mayoría, cuando todos (de dentro, de fuera, amigos, desconocidos, de donde vinieses o cómo pensases, simplemente todos) éramos un NOSOTROS.

Nos falta justo eso, responsabilidad, confianza, trabajo y sobre todo capacidad y voluntad de entendimiento, de escucharnos. No existe democracia sin debate, pero jamás existirá consenso en el debate sin escucharse y sin cejar en posiciones inamovibles.

Últimamente veo, vemos, se ve, grupos que funcionan por libre, comisiones que desaparecen o ya no cumplen sus funciones, gente que desilusionada no vuelve a aparecer. Ahora ya sólo trabajamos, actuamos y pensamos con respecto a la gente que tengo más cercana, o a mi comisión, ya todo queda dentro o fuera de mi círculo de confianza. Nos hemos segregado, nos hemos separado en grupos minúsculos y sólo tenemos fuerza cuando actuamos como uno sólo.

Hay actos y actitudes intolerables, hay enfrentamientos, hay un ambiente de crispación e incluso hay actuaciones que no respetan lo decidido en asamblea general (que es soberana y debe respetarse por encima de todo, por mucho que no guste su decisión). Si no respetamos las normas y la organización que hemos creado, ¿no estamos ya destruyendo lo que con tanta ilusión construimos?

Es indispensable que hagamos un ejercicio de conciencia, cada uno debe preguntarse (sólo a si mismo, no en el grupo en el que se encuentre más afín) qué está haciendo por  el movimiento, si está trabajando realmente a favor de los objetivos que nos marcamos. Quizás es todavía más sencillo, la pregunta que cada uno debe hacerse es: ¿lo que hago está favoreciendo al movimiento o perjudicándolo? Y remarco al movimiento, que lo engloba todo, no a la acampada que es sólo una parte de él.

Hay que trabajar mucho, hay que desvestirse de todo ego, de todo sentimiento de agresión o de defensa, olvidar las diferencias que es lo que nos aleja y nos separa. Retomar los lazos que nos unieron cuando éramos gente sin nombre, cuando el de al lado era un compañero más allá de en qué comisión trabajase, o de si dormía o no a tu lado. Cuando cada persona de la calle era potencialmente un amigo, un aliado, porque era, sigue siéndolo, un ciudadano más, como tú y como yo.

Esto sólo se arregla si derruimos los muros que construimos a nuestro alrededor y nos concienciamos de volver a aportar todo nuestro trabajo hacia un mismo sentido. Hace falta que nos esforcemos por entendernos (cuanto antes) y que hagamos un trabajo honesto y responsable por el 15M, por ese espíritu inicial.

Tenemos que recuperar ese sentimiento que llamábamos 15M, cuando esto representaba un todo, cuando funcionábamos como un único ser, cuando no había ellos y nosotros, cuando mirábamos por lo mejor para el objetivo que compartíamos y todavía creo que compartimos: el cambio.

Cuanto más lo aplacemos, cuanto más tiempo lo dejemos pasar o no lleguemos a un acuerdo, más se nos escapa la vida de este enfermo que es el 15M Valladolid. Acordémonos todos por qué salimos a la calle hace ya un mes y medio, es lo que realmente le da sentido a todo, volvamos a los orígenes o todo esto no habrá servido para nada.

Jonathan González

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